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miércoles, 1 de abril de 2015

La mercancia marxista.

La sociedad del espectáculo comienza diciendo: «La vida entera de las sociedades en las cuales
reinan las condiciones modernas de producción se presenta como unas inmensa acumulación de espectáculos».Si vamos al primer volumen de El Capital,encontraremos que el
primer capítulo empieza con las siguientes palabras: «La riqueza de las sociedades en las que domina el modelo de producción capitalista se presenta como un «enorme cúmulo de mercancías»». El paralelismo es evidente, sin duda Debord ha escogido empezar su obra con una clara referencia a la obra cumbre de Marx, pero haciendo uso de una cita distorsionada, el détournament de una frase, como habían promulgado los situacionistas en sus textos. Pero, aunque las frases guardan muchas similitudes entre sí, hemos de tener presente modificaciones muy relevantes, palabras cambiadas que muestran la distancia que se abre entre Marx y Debord, una distancia histórica y social, casi un siglo de diferencia,
atravesado por dos guerras mundiales y por un sistema económico cuya maquinaria se ha convertido en soberana, ante una sociedad que, inoperante, ha perdido tal vez el rumbo y el timón de lo que antaño fue su dominio.
Aunque Debord ha mantenido, en este détournamenet de Marx, la misma estructura, ha cambiado «riqueza» por «vida» y «mercancía» por «espectáculo». ¿Acaso este desplazamiento terminológico no nos indica que nos encontramos bajo la órbita marxista pero instalados en otro espacio, que el pensamiento marxista, aún siendo válido en su análisis de la sociedad occidental debe ser ligeramente modificado para dar cuenta, de una forma más certera, de la verdadera realidad socio-económica ante la que se encuentra Debord?
Como dirá más adelante: «el espectáculo es la principal producción de la sociedad actual».No obstante, el análisis marxista del fenómeno de la mercancía y el concepto mismo de mercancía, tal y como se ha desarrollado en las sociedades capitalistas, aun siendo válidos en su articulación, pierden validez al haber devenido la mercancía aquello que Debord
llama «espectáculo», y que considerará, como se ha visto, como el rasgo mas representativo de la productividad económica contemporánea. Una productividad que ya deja de
medirse en función de la acumulación de riquezas y beneficios, para pasar a moverse en el ámbito mucho más abstracto, más irreal, de la producción de imágenes, un ámbito que atraviesa todos los espacios de la vida humana, un producto de la sociedad contemporánea que se ha objetivado hasta tal grado, que ha devenido una realidad autónoma.

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